Blogia
ModeradosdelSur

MELINA Y LOS CARTONEROS

La niña Melina, participó involuntariamente del resultado de las últimas elecciones en la Ciudad de Buenos Aires. Conózcala por medio de cualquier buen buscador de Internet y la podrá ver junto al candidato que se valió de ese ángel inocente. El candidato bien pudo haber pensado: “-La maldición de víctima de buena fe, está echada desde antes, ¿qué mal hay en que la aproveche para congregar unos cuantos electores más?”

 Mal que nos pese, la nuestra es una sociedad mercantilista, donde corresponde retribuir.

 Concebida Melina como parte de una clase social definida, podemos decir que a muy poco tiempo de prestar un servicio al candidato electoral, la niña ya recibió su retribución en la forma de una represión del mismo corte que caracterizaron a las pasadas dictaduras militares y civiles del país. Tituló La Razón “Golpes y detenidos en el desalojo de familias de cartoneros en Belgrano”.

 La cobertura periodística fue pobre, no cuento con imágenes para ofrecerles, que ilustren la violencia del desalojo.

 Hasta aquí, todo puede quedar reducido a una anécdota más, salvo porque los diputados oficialistas ya presentaron un proyecto de ley que impida el ingreso de cartoneros al ámbito de la ciudad. Paradojas de la historia, esos legisladores se inscriben en la línea ideológica que se escandalizó con horror por aquello que fue la “Cortina de Hierro” instituida en la ex Unión Soviética. Ayer no más.  

 ¡Tamaño despropósito! ¿Cuál sería el sustento de una disposición que impidiera la libre circulación de cualquier ciudadano, a lo largo del territorio de su propio país? Me cuesta mucho concebir semejante idea y aún más, suponiendo que los cartoneros logren eludir la norma y subrepticiamente de todos modos ingresen a la ciudad, en tal presupuesto ¿cómo se podría impedir que levanten cualquier objeto que encuentren abandonado en la vía pública? Entre ellos papeles, cartones y botellas de lo cual obtienen su medio de vida.

 Por una necesidad impuesta por la construcción literaria, antes de cometer la falta que me propongo a continuación, ya ensayo una defensa. Todos los que me conocen saben del fervor con que adhiero a las ideas y a la conducta honorable de nuestros héroes, San Martín, Belgrano, Carlos Antonio López y miles de patriotas americanos, más. Sin que haya contradicción con ese emocionante sentimiento -que si no lo han hecho ya, los invito a experimentar- digo que todos ellos, a su hora, también tuvieron rivales y enemigos contra los cuales lucharon. De manera que declaro estar despojado de todo resentimiento cuando lamento mi actitud de “mal pensado”, soy consciente de que me nace de opinar sobre un tema que no es mi especialidad y sobre el cual no estoy debidamente informado. Pero el vicio me domina y por ahora me inclino a creer que expulsando a los cartoneros, en realidad se procura proteger el negocio que representa la basura y que sucintamente describo. Por un lado se monta una empresa a la cual se le paga por el servicio de recoger los residuos y luego la empresa obtiene un ingreso adicional por el acto de reciclarlos. Cuanto más en este caso añade para tal presunción,  que la medida viene de la mano del ingeniero, tan entrenado su ojo de lince en atender y aprovechar toda prebenda susceptible de ser obtenida del Estado y principalmente de su codiciado erario, eso que llaman “la caja” entre los íntimos.

 De paso quedó cumplida la “actuación circense” de haber aplicado “mano dura” contra un grupo de excluidos cuyo campamento en el barrio de Belgrano desvaloriza la propiedad y altera la digestión. En el verano de Buenos Aires, está bueno comer vitel thoné. Digo, por eso de la calor, vio. Si me sirvo otra porción, no creo que me vaya a sentar mal.

Falso Donante, 28 de febrero de 2008

0 comentarios